Conflicto del Beagle
y mediación papal

CHILE → ARGENTINA
1971-1977-1984

CRONOLOGIA

CONTROVERSIA

ARBITRAJE

EL FALLO

REPOSITORIO

TRATADOS

LA CONTROVERSIA

Durante el Siglo XX, la delimitación fronteriza en el extremo sur del continente provocó varias disputas entre Chile y Argentina, las que fueron resueltas por medio de arbitrajes invocados por ambos países. En el llamado Conflicto del Beagle, Argentina decidió declarar unilateralmente la nulidad del Laudo Arbitral, intensificando las tensiones, lo que llevó a la intervención del Papa Juan Pablo II.

El Canal Beagle es un estrecho que conecta los océanos Pacífico y Atlántico, de ahí su importancia estratégica. Se encuentra al sur del paralelo 55°, entre los meridianos 71° y 66° oeste, y se extiende aproximadamente 240 kilómetros a lo largo de la costa sur de la isla grande de Tierra del Fuego. Al sur del canal existen varias islas e islotes, las principales Picton, Nueva y Lennox, cuya soberanía y los espacios marítimos que otorgan fueron el motivo de la discordia.

En el Tratado de 1881, que fijó los límites entre Chile y Argentina, en el artículo III quedó escrito: “En cuanto a las islas, pertenecerán a Argentina la Isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos a ésta y las demás islas que haya sobre el Atlántico al oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales de la Patagonia; y pertenecerán a Chile todas las islas al Sur del Canal “Beagle” hasta el Cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra del Fuego”.  Sin embargo, el Tratado no especificó la ubicación exacta del Canal Beagle, lo que le permitió a Argentina, por medio de variadas y contradictorias interpretaciones del texto, cuestionar la soberanía chilena de las islas.

El primer acto en este sentido ocurrió en 1904, cuando el Gobierno de Buenos Aires invitó al de Santiago a proceder a la determinación del eje del Canal Beagle, desde el meridiano del Espíritu Santo hasta el Océano Atlántico. Se estudiaron proyectos de tratados, se verificaron diversos estudios, pero las negociaciones quedaron paralizadas.  Con el tema ya instalado en las opiniones públicas de ambos países, hubo proyectos de protocolos e intentos de arbitrajes en 1915, 1938 y 1960, todos sin éxito. No colaboraron en el entendimiento otras disputas limítrofes en paralelo y el progresivo aumento de la presencia de las fuerzas armadas chilena y argentina en la zona, que provocaron incidentes como el del islote Snipe de 1958, o el de la torpedera Quidora en 1967.

Finalmente, el 22 de julio de 1971, los presidentes Salvador Allende de Chile y Alejandro Agustín Lanusse de Argentina firmaron el Compromiso de Arbitraje en el que solicitaron al Gobierno de Su Majestad Británica, Reina Isabel II, que actuara como árbitro en la controversia por la zona del Beagle.  El texto del acuerdo incluyó, como es evidente, la frase: “La sentencia será legalmente obligatoria para ambas partes y será inapelable”.

EL ARBITRAJE

En esta diputa Chile y Argentina acordaron mediante el Compromiso Arbitral de 22 de julio de 1972 que se establecería una Corte Arbitral para conocer las peticiones de ambas partes, la que estaría encargada de decidir conforme a derecho internacional y transmitir su decisión al Gobierno de Su Majestad Británica. Aprobada por este último, la decisión se comunicaría a las partes con carácter de sentencia definitiva.

La Corte Arbitral fijó su sede en la ciudad de Ginebra, Suiza, y quedó conformada por cinco prominentes expertos, quienes fueran jueces de la Corte Internacional de Justicia en aquel entonces. Para defender sus intereses cada parte podría nombrar a uno o más agentes para que los representaran: Chile nombró a José Miguel Barros y Álvaro Bunster, en tanto que Argentina nombró a Ernesto de la Guardia y Julio Barboza.

En lo esencial, Chile abogó para que el órgano arbitral determinara la pertenencia soberana de las islas Picton, Nueva y Lennox, conforme a lo establecido en el Tratado de 1881. En contraste, Argentina solicitó a la Corte que se estableciera el límite desde el meridiano 68° 36” 38.5” de longitud oeste, proclamando la propiedad para sí de las islas Picton, Nueva y Lennox, junto con los islotes circundantes en esa área.

El proceso duró varios años y contempló la presentación de memorias (julio de 1973), contramemorias (octubre de 1974), réplicas (junio de 1975), una visita de los jueces a la región en disputa (marzo de 1976), ingreso de documentos adicionales (julio de 1976), alegatos orales (septiembre y octubre de 1976) y observaciones posteriores a los alegatos (noviembre de 1976).  Chile presentó 14 volúmenes y 213 mapas para argumentar su postura, en tanto que Argentina 12 volúmenes y 195 mapas.

El 18 de febrero de 1977, la Corte Arbitral informó la sentencia al Gobierno de la Reina Isabel II, quien dio a conocer el Laudo el 2 de mayo de ese año.

EL FALLO

El 2 de mayo de 1977, el Laudo dado a conocer por la Reina Isabel II determinó que las islas Picton, Nueva y Lennox pertenecían a Chile. Se estableció una línea media que dividía el Canal Beagle en dos partes: una zona norte asignada a Argentina (con derechos marítimos para la ciudad de Ushuaia) y una zona sur de propiedad chilena.

Esta decisión, tomada de manera unánime por los cinco jueces de la Corte Arbitral, representó un triunfo diplomático para Chile al asegurar el control de todas las áreas en disputa. Se confirmó la propiedad de las tres islas y se reconoció que el Beagle tenía una disposición horizontal, refutando la idea de Argentina de que se dividía en dos brazos en el lado atlántico. Esto complicaba los intereses argentinos, especialmente en términos de su posición geopolítica en la región.

Resuelto el caso, Chile promulgó leyes para respaldarlo legalmente, nombró Alcaldes de Mar y otras acciones, mientras que Argentina optó por el silencio y decidió no ejercer su derecho de revisión disponible en estos casos. Cuando se acercaba el plazo de nueve meses dado por el Tribunal Arbitral para dar cumplimiento a la sentencia, el 25 de enero de 1978 el gobierno argentino del General Jorge Rafael Videla comunicó a Chile que su país declaraba el laudo “insanablemente nulo”, arguyendo errores de interpretación, errores geográficos e históricos y por adolecer de imparcialidad.

La negativa de Buenos Aires a cumplir con el Laudo jurídicamente vinculante para las partes abrió un período de extrema tensión en las relaciones bilaterales. Durante 1978 hubo intentos de encontrar una salida al inminente conflicto bélico, pero las negociaciones directas no rindieron frutos. Cuando parecían agotarse las alternativas de solución, el Canciller chileno Hernán Cubillos propuso la mediación del Vaticano. Su par argentino aceptó, pero la Junta de Gobierno Argentina revocó la decisión y preparó a sus tropas para dirigirse a las islas el 22 de diciembre. La mañana de ese día, el Papa Juan Pablo II se comunicó con los presidentes Videla y Pinochet y anunció que enviaría a un representante para mediar en el conflicto.

El 25 de diciembre, el cardenal italiano Antonio Samoré arribó a Sudamérica y, tras visitar Buenos Aires y Santiago, logró desactivar las tensiones militares. Fue el artífice del Acuerdo de Montevideo, firmado el 8 de enero de 1979, en el cual ambas naciones aceptaron formalmente la mediación papal. Desde mayo de ese año, el Cardenal Samoré sostuvo numerosos encuentros con las comisiones negociadoras de Chile y Argentina en el Vaticano, dando forma a una propuesta que fue presentada a las delegaciones el 12 de diciembre de 1980 por el Papa Juan Pablo II en absoluta reserva.

La propuesta conservaba para Chile las islas Picton, Nueva y Lennox, pero cedía derechos marítimos en comparación con el Laudo de 1977. No obstante la merma en lo ya ganado, Chile aceptó la propuesta papal el 25 de diciembre de 1980, mientras que Argentina se pronunció el 25 de marzo de 1981 mediante una nota dirigida a la Santa Sede en la que manifestaba su disconformidad por no obtener la soberanía de las islas en disputa y por ceder derechos marítimos a Chile. Esto, sumado a los eventos políticos de la época, llevo a que a fines de 1981 nuevamente se complicaran las relaciones vecinales.

Las negociaciones se retomaron a fines de 1983. El Presidente Raúl Alfonsín, electo ese año, aceleró una solución al conflicto del Beagle mediante nuevas rondas de conversaciones entre las delegaciones, las que recogió el Cardenal Agostino Casaroli —reemplazante de Samoré, fallecido en febrero de 1983— para ofrecer una nueva propuesta el 11 de junio de 1984. Esta vez Chile y Argentina aceptaron.

El fruto de la mediación papal fue el Tratado de Paz y Amistad, suscrito en Roma el 29 de noviembre de 1984 por los Ministros de Relaciones Exteriores Jaime del Valle de Chile y Dante Caputo de Argentina. Este tratado no sólo resolvió el tema de los límites australes, sino que se extendió además a otras materias importantes, como la obligación de solucionar siempre todas sus controversias por medios pacíficos y de no recurrir jamás a la amenaza o al uso de la fuerza en sus relaciones mutuas, junto con intensificar la cooperación económica y la integración física de sus respectivos países. También estipula derechos de navegación y precisa los límites en la boca oriental del Estrecho de Magallanes, recoge la propuesta del Papa, con lo que las tres islas y todos los archipiélagos situados al sur de ellas quedaron bajo la soberanía de Chile.